(Mis mentiras)
Manchas eternas de una noche de gritos
Adicta a su nariz y sus labios
A sus colmillos afilados
y a como aprendió a mirarme
solo a mí, en la eternidad.
No necesito nuevos desafíos,
observo las copas rotas cortándole las manos
y alrededor de su sangre:
el odio que ya jamás volveré a sentir.
Junto a su sepulcral perfección
como una premonición hiriente
la traición de sus palabras y su pelo negro.
Me enferma la sangre tenerle cerca.
Malditos serán para siempre sus recuerdos!
Antecedentes
Publicado por
VaneBoo
domingo, 3 de junio de 2007
Poemas Árbol
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