Los segundo nuevamente detenidos
otra vez tan cerca que puedo verme a mi misma,
en cada sombra de su piel,
apretando las piernas mientras repite mi nombre,
respondiendo con el silencio mientras se quiebran mis músculos.
Me duele la sangre mientras recorre mis venas
y me tiemblan los brazos, no distingo la forma,
solo algún reflejo de los azulejos claros.
Es una trampa miserable en la que caigo cada que quiere.
Una tentación inevitable mientras persista su misterio.
El fin del misterio.
Publicado por
VaneBoo
viernes, 14 de diciembre de 2007
Poemas Árbol
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